lro. de Mayo - Día Internacional de los Trabajadores
Por Sergio Reyes, Latinos por el Cambio Social
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George Engel |
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Louis Lingg |
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Michael Schwab |
August Spies |
LOS OCHO DE CHICAGO Y SUS SENTENCIAS:
Interesantemente, las cosas no han cambiado mucho desde aquellos días.La mayoría de los trabajadores que hacian andar las fábricas del pujante y creciente capitalismo explotador norteamericano eran inmigrantes.
En los años 1880s y 1890s nuevas oleadas de trabajadores europeos empobrecidos llegaban a "La America" buscando vender su trabajo a los nucvos patrones de este rico continente ya avasallado y preparado para el capitalismo. Esta vez, no se trataba ya de irlandeses o alemanes sino italianos, rusos, judios, griegos o chinos.
Los nuevos patrones norteamericanos confiaban en que las diferencias nacionales mantendrían divididos a los trabajadores inmigrantes. Y lamentablemente, ayer como hoy, esa fórmula funcionó a favor de los dueños del capital.
"Cómo la inmigración de diferentes grupos étnicos contribuyó a la fragmentación de la clase trabajadora;cómo el conflicto se generó entre distintos grupos que enfrentaban las mismas dificultades, se demuestra en un artículo de un periódico bohemio denominado Svornost del 27 de febrero de 1880. Una petición de 250 padres y apoderados de la escuela Throop en Nueva York, firmada por más de !a mitad de los contribuyentes del distrito dice: 'los solicitantes tienen el mismo derecho a pedir que se enseñe el idioma bohemio, como lo tienen los ciudadanos alemanes a que el idioma alemán sea enseñado en las escuelas públicas... En oposición a esto el Sr. Vocke señala que hay una enorme diferencia entre los alemanes y los bohemios, o en otras palabras, que los alemanes son superiores.'
Los irlandeses, que aun recuerdan el odio de que fueron objeto cuando 11egaron a EE.UU., comenzaron a buscar trabajo dentro de las nuevas maquinarias políticas que querían usar sus votos. Aquellos que ingresaron a la policia se encontraron con los nuevos inmigrantes judios. El 30 de julio de 1902, la comunidad judía de Nueva York celebró un funeral masivo para un importante rabino, lo que produjo una revuelta dirigida por irlandeses que no querían que los judíos pasaran por su barrio. La fuerza policial era mayoritariamente irlandesa y la investigación de la revuelta indicó que los policias ayudaron a los revoltosos. (PHUS, p.259)*
Si no hubiésemos puesto las fechas en los párrafos anteriores bien podríamos haber creido que estos trágicos sucesos ocurrieron en nuestros dias. La violencia inter-trabajadores se hacia aun más aguda contra los inmigrantes de color. "Hacia 1880, los trabajadores inmigrantes chinos contratados para hacer un trabajo brutal pagado con miserables salarios se contaban en 75.000 en el estado de California. Estos fueron objetos de continuos actos de violencia. El novelista Bret Harte escribió un obituario para un chino de hombre Wan Lee que dice: 'Muerto, mis queridos amigos. Muerto. Apedreado a muerte en las calles de San Francisco, en el año de gracia de 1869 por una turba de jovenzuelos y escolares cristianos." En Rock Springs, Wyoming, en el verano de 1885, un grupo de hombres blancos atacó a 500 mineros chinos, masacrando a 28 a sangre fria.
Los nuevos inmigrantes pasaron a ser trabajadores de todo tipo, pintores, albañiles, paleros. Estos trabajadores eran habitualmente importados en masa por los contratistas. A un trabajador italiano le dijeron que iría camino de Connecticut a trabajar en los rieles, pero fue enviado a trabajar en las minas de sulfato del sur donde él y sus compañeros eran mantenidos bajo guardia armada tanto en el sitio de trabajo como en sus barracas. Los contratistas le pagaban solamente lo suficiente para costear su propio transporte y herramientas, y otro poco para comer. Este trabajador junto a un puñado de sus compañeros decidieron escapar. Fueron capturados a punta de pistola y llevados a la corte, puestos en prisión y luego de cinco meses despedidos. (PHUS, p.260)*
Los niños de los inmigrantes pasaron también a trabajar en condiciones de semi-esclavitud. Sus padres, desesperados por su condición económica o forzados por sus patrones los dejaban explotar. En 1880 habia más de un millón de niños menores de 16 años (uno de cada seis) trabajando en los Estados Unidos.
Las mujeres inmigrantes, por su parte, engrosaron las filas de las sirvientas, prostitutas, y obreras en las fábricas. El sindicato denominado Caballeros del Trabajo (Knights of Labor) contaba con 50.000 mujeres miembros en 192 asambleas hacia el año 1886.
Los trabajadores inmigrantes, sin embargo, no solamente traín con ellos mano de obra barata y una desesperación económica que los hacia presa fácil de la explotación. Entre ellos también venían activistas políticos altamente educados en la lucha contra el capital y por los derechos de los trabajadores.
Los ideales socialistas eran levantados con fuerza en los nuevos sindicatos que se formaban como alternativa a aquellos que --al igual que hoy-- no defendían los intereses de sus asociados. En el año 1877 se formó el Partido Socialista del Trabajo (PST), el cual a pesar de su pequeñez tuvo influencia en reclutar trabajadores inmigrantes para los sindicatos obreros. Este partido comenzó a trabajar en todos los terrenos, incluido el de la !ucha por los votos en el parlamento.
Hacia 1883, Albert Parsons junto a otros miembros del PST entendieron que la lucha política dentro del sistema electoral del cual eran dueños los patrones era una tarea inutil. De esta manera se avocaron a la formación de Clubes Socialistas Revolucionarios en Chicago. Ese mismo año se llevó cabo un congreso anarquista en Pittsburgh.
El manifiesto aprobado alli decía en parte:
"Todas las !eyes están dirigidas contra los trabajadores. Incluso el sistema de escuelas sirve el único propósito de darle a los hijos de los ricos la instrucción que necesitan para mantener su dominio de clase. Los niños de los pobres apenas reciben una educación elemental, y ésta también está dirigida hacia la formación de prejuicios, arrogancia y servilismo. En suma, no tiene sentido. La iglesia, finalmente, busca transformar a la masas en completos idiotas que con facilidad renuncian al paraíso en la tierra por uno en el cielo. En tanto la prensa capitalista se encarga de confundir los espíritus en la vida pública. Los
trabajadores no pueden por Io tanto esperar ninguna ayuda de un partido capitalista en su !ucha contra el sistema existente. Los trabajadores deben conseguir su liberación a costa de sus propios esfuerzos. Como Io ha hecho siempre, la clase privilegiada nunca renunciará su privilegio a la tiranía. Tampoco podemos esperar que los capitalistas de estos dias abandonarán su dominio a menos que sean forzados a hacerlo."
En 1884, ia Federación de Oficios Organizados y de Sindicatos aprobó una resolución que establecia que a partir del 1ro. de Mayo de 1886 los trabajadores solamente trabajarían ocho horas al dia. Se dieron cerca de dos años para alcanzar ese objetivo. En la medida que su tiempo limite se acercaba, hicieron un llamado para una huelga general con el fin de obtener éxito en sus objetivos ya que los métodos legislativos fallaron. La Federación Americana del Trabajo (AFL) llamó a la huelga general nacional para el lro. de Mayo. Los dirigentes máximos de los Caballeros del Trabajo se opusieron a la huelga general, señalando que tanto los empleadores como los trabajadores debían ser primero que nada "educados" en un nuevo sistema de ocho horas de trabajo. Sin embargo las asambleas de base de los Caballeros se sumaron a la huelga.
Hacia abril de 1886, alrededor de 250.000 trabajadores estaban en pie de lucha en el Movimiento lro. de Mayo. El corazón de este movimiento se encontraba en Chicago, bajo el liderato de la agrupación anarquista Asociación de Genie Trabajadora. Asi, 350.000 trabajadores en 11,562 lugares de trabajo en todo el país se declararon en huelga el lro. de Mayo. En Detroit 11.000 trabajadores marcharon por las ocho horas. En Nueva York, 25.000 trabajadores formaron una procesión con antorchas a lo largo de la calle Broadway, encabezados por 3,400 miembros del Sindicato de Panificadores. En Chicago, 40.000 trabajadores se unieron a la huelga y otros 45.000 fueron otorgados la jornada de ocho horas para que no se unan a la huelga. Todo el sistema de trenes se paralizó en Chicago al igual que la mayoría de las fábricas.
El 3 de mayo de 1886 la policia abrió fuego en contra de un grupo de huelguistas de la fábrica McCormick Reapers Works, matando a cuatro e hiriendo a muchos otros. Los anarquistas llamaron a una manifestación para el dia siguiente en la Plaza Haymarket para protestar por estos asesinatos. A pesar de la naturaleza pacifica de esta nueva concentración, la policia volvió a hostigar a los trabajadores. Esta vez, mientras los oradores ya bajaban de la improvisada tarima una bomba explotó en medio del pelotón de policias. Un policia murió instantaneamente y muchos fueron heridos. La policia respondió disparando en contra de los desarmados trabajadores, produciendo un muerto y cientos de heridos.
La represión se dejó caer fiera y brutalmente en contra del movimiento laboral. Ocho dirigentes anarquistas fueron arrestados, juzgados y sentenciados por cargos de conspiración en relación a !a bomba de Haymarket. Como ya lo mencionamos anteriormente, cuatro fueron ejecutados, uno se suicido y los otros tres fueron finalmente perdonados en 1893. El individuo que tiró la bomba nunca fue caplurado y existen razones para creer que se trataba de un provocador contratado por los patrones.
Valga decir que se agotaron todos los remedios legales, se utilizaron todos los recursos de la ley capilalisla para conseguir un indulto para los condenados a muerle. No se logró. El sistema judicial norteamericano, en todos sus eslabones, quiso dejar en claro que no perdonaría las idea revolucionarias de los mártires de Chicago. Claro está que quedó también claramente establecido que los fiscales nunca pudieron probar que los acusados fueron los autores del crimen del que se les acusaba.
En su declaración de cierre del juicio Louis Lingg señaló "No reconozco sus leyes, ni reconozco la decisión de la corte." Por su parte Spies declaró: "Estas son mis ideas. Ellas son parte de mi y si ustedes piensan que pueden aplastarlas envifindome al cadalso, si ustedes una vez más condenan a la gente a la pena de muerte por decir la verdad --y los desafio a que demuestren que no hemos dicho ia verdad-- yo les digo, si la pena de muerle es por proclamar la verdad, entonces orgullosamente y desafiantemente pagaré tan costoso precio! Llamen a sus verdugos! La verdad por la cual crucificaron a Sócrates, a Cristo, a Giordano Bruno, a Huss, a Galileo, todavía está viva. Ellos y otros que se cuentan por legiones nos han precedido en este camino. ¡Nosotros estamos prestos a seguir su ejemplo!"
En una carta a su esposa Parsons decía: "Un jurado de clase, leyes de clase, odio de clase, y una corte enseguecida de prejuicio contra nuestras opiniones ha concluido su trabajo. Nosotros somos sus victimas. No hubo ninguna evidencia de que ninguno de los ocho hombres condenados sabían de, aconsejaron o prepararon la tragedia de Haymarket. Pero, ¿Qué importa? La clase privilegiada demanda unia victima, y nosotros somos ofrecidos en sacrificio para calmar los gritos enfurecidos de una pandilla de millonarios que no se contentarán con nada menos que con nuestra vidas. ¡El monopolio ha triunfado! ¡Los trabajadores en cadenas suben al cadalso por haberse atrevido a exigir su libertad y sus derechos!"
En 1893 John Peter Altgeld fue elegido gobernador del estado de Illinois. Altgeld, de ideas liberales, abrió la posibilidad de un indulto para los tres dirigentes anarquistas aun en prisión. Una enorme presión fue montada sobre el gobernador por el movimiento pro-amnistia 1o que no solamente culminó en una triunfante liberación sin condiciones de los restantes presos, sino en una revisión y condena del procedimiento judicial que ejecutó a los anarquistas.
Por cierto el gobernador Altgeid estaba más preocupado de las repercusiones de tal injusticia para el sistema que de la suerte corrida por los anarquistas. Su opinión era clara: "No importa de qué hayan sido acusados los prisioneros. Ellos tenían el derecho de comparecer en un juicio justo. No se le puede hacer un daño mayor a nuestras instituciones que el permitir que las cortes de justicia se desbanden o cedan a la presión de las turbas." De cualquier manera, la historia recuerda con respeto la dignidad y consecuencia de este político burgués que tuvo la valentía de usar su alto puesto para colocar en su lugar la injusticia del sistema judicial en su estado.
El movimiento laboral norteamericano ganó finalmente conquistó el derecho a la jornada de trabajo de ocho horas y el resto del mundo siguió este ejemplo de lucha.
A más de un siglo de estos hechos los trabajadores no podemos decir que se han acabado las injusticias. Tomando en consideración los avances tecno1ógicos y las enormes tazas de desocupación, hoy se hace necesario empezar una nueva lucha por una jornada, esta vez, de cinco horas. También tenemos que tomar en consideración que en particular los trabajadores latinoamericanos en los EE.UU., trabajan mucho más de ocho horas, ya que dado los salarios miserables que les pagan deben de trabajar en más de un sitio a la vez. En muchos casos, luego de trabajar una jornada completa de 9 de la mañana a 5 de la tarde, los trabajadores latinos parten a trabajar en tareas como aseo y mantención de oficinas de 6 de la tarde a 11 de la noche.
Hoy también vemos que los problemas de discriminación y de explotación de los trabajadores inmigrantes se dá en todo el mundo. Pero, en los EE.UU. esta situación es masiva. Hacia el año 2006 se constata que hay cerca de 15 millones de inmigrantes indocumentados viviendo y trabajando en el país. Mientras republicanos y democrátas debaten lo que ellos denominan una “reforma migratoria” entre más represión, murallas en la frontera con México, criminalización de los inmigrantes y los que los apoyen o les den trabajo, nuevos programas de braceros, o legalización limitada, se ha despertado el gigante y los trabajadores inmigrantes han salido a la calle por millones.
Este Primero de Mayo es histórico porque sectores de trabajadores inmigrantes han llamado a una huelga nacional, a un boicot al sistema, para que todos en los EE.UU. se den cuenta de la importancia que tienen los trabajadores inmigrantes indocumentados en esta sociedad. Es hora que los trabajadores “legales”, aquellos que se han establecido pero que vienen también de una raíz migratoria demuestren su solidaridad con estos nuevos hermanos de clase. Poco se puede criticar a los políticos capitalistas si nosotros mismos no hacemos solidaridad con los nuevos superexplotados del sistema.
Como vemos, la lucha sigue. Valga la inspiración histórica de nuestros antepasados heroicos en el movimiento laboral, para enfrentar nuestras tareas actuales con mayor brío y determinación.
BIBLIOGRAFIA
Los siguientes libros contienen información sobre el tema que tratamos. Lamentablemente, todos ellos están solamente en ingles.
- Avrich, Paul. (1984). The Haymarket Tragedy. Princeton, N.J.: Princeton University Press.
- Calmer, A. (1937) Labor Agitator: The Story of Albert R. Parsons. New York: New York.
- David, Henry. (1963). The History of the Haymarket Affair. New York: Russell & R.
- Foner, Philip. (1969). The Autobiographies of the Haymarket Martyrs.
- Haymarket Scrapbook. (1986) Edited by D. Roedicer and F. Rosemont. Chicago: Charles Kerr.
- McLean, N.G. (1888). The Rise and Fall of Anarchy in America, Chicago: R.G. Badoux & Co.
- McKinley, B. (1987). "A Religion of the New Time: Anarchist Memorials to the Haymarket Martyrs, 1888-1917."
- Nelson, B. (1988). Beyond the Martyrs: A Social History of Chicago's Anarchists, l870-1900.
- Parsons, Lucy E. (1853-1942) Famous speeches of the eight Chicago anarchists
- Schaack, M.J. (1889). Anarchy and anarchists: A History of the Red Terror and the Social Revolution in America and Europe. Communism. Socialism, and Nihilism in Doctrine and in Deed. The Chicago Haymarket Conspiracy and the Detection and Trial of the Conspirators.
- Simon, Charnan. (1988)The story of the Itaymarket Riot. Chicago: Children’s Press.
- Smith, Carl. (1995) Urban disorder and the shape of belief: The Great Chicago Fire, the Haymarket Bomb, and the Model Town of Pullman.
- Werstein, Irving. (1969) Strangled Voices; the story of the Haymarket Affair.
- Zeisler, Ernest. (1956) The Haymarket Riot.
- Zinn, Howard, A Peoples History of the United States (PHUS), (1995), Harper Perennial Publishers. [Recientemente publicado en España en el idioma español bajo el título "La Otra Historia de los EE.UU." Argitaletxe HIRU, S.L., Apartado Correos No. 184, 20280 Hondarribia. (1998)